Los Simpson
¿Se puede cuestionar lo que nos gusta?
Sea por las razones que fuere uno bien debería saber -con alguna claridad- por qué gusta de ciertas cosas, (para sí o para sus hijos por ejemplo), por qué uno disfruta ciertos espectáculos y ciertas ideas. Uno bien podría intentar respuestas a la hora de dilucidar por qué prefiere para su disfrute unas cosas si o aquello no. Uno bien podría en materia de “gustos”, acaso no con todos, ejercer su capacidad de decisión. Y a veces eso no es sencillo cuando se trata de algún tipo de producción televisiva que, sin permiso, se instala en nuestras vidas con el “caballo de Troya” de lo “simpático”, lo “tierno”, lo “entretenido” o lo “divertido”.
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En un mundo bajo guerra mediática donde el capitalismo negocia con su decadencia Los Simpson se volvieron bandera para esconder lo más odioso que padece un pueblo como el estadounidense también victimado permanentemente. “Las mayorías infantiles se siguen reflejando cada vez más en el modelo universalizado del yanqui superficial, estúpido, individualista y consumista contagiado como una plaga al mundo dependiente. Los Simpsons, hoy, constituyen una verdadera agencia de legitimación y mantenimiento de formas de relaciones humanas, de nociones arquetípicas sobre cómo entender y vivir la sexualidad, la política, la familia, la moda y, por cierto, la religión. Esta "inocente" caricatura, que reporta 2.500 millones de dólares en ganancias anuales para la cadena Fox y que cautiva a 60 millones de telespectadores en 66 países, es mucho más que una "inocente" serie animada de televisión, si se la examina "con lupa".
Los Simson son, además de sus virtudes mercantiles y su capacidad de seducción, apología de la resignación en casa. Marketing de la mansedumbre que, en lugar de transformar al mundo capitalista propone una auto-ridiculización tan estéril como peligrosa para permitir que un grupo empresarial de la farándula en plena guerra mediática gane mucho dinero. Parodia grotesca en tono triunfador para que la mediocridad se legitime como identidad de la clase explotada. Y los tenemos en casa. ¿Ya nos dimos cuenta?
Texto íntegro en
Rebelión/Fundación Federico Engels/Fundación John Reed
Homero Simpson: el exceso despojado de su letalidad
Homero representa la transgresión (casi) sistemática de la ley en función de maximizar sus goces. Pero sus goces son elementales: comer, tomar, ver TV, jugar. Además están despojados de sus correlatos mortíferos. Homero come desmedidamente sin sentirse mal. Ni física, ni anímicamente. Entonces Homero encarna la fantasía de que basta cubrir las necesidades básicas para pasarlo bien y ser feliz. La desublimación radical. Homero es la negación misma de la ascesis, de todo lo “elevado”. Homero simplemente, es, no piensa, obedece sus impulsos
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Homero es una persona feliz pues sus necesidades son limitadas y sus deseos se pueden colmar constantemente. Homero vive un carnaval permanente. Entonces hasta aquí es la encarnación del individualismo hedonista como modelo alcanzable de felicidad
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Es el triunfo de la “nuda vida”. Homero puede comer y beber casi sin límites, sin pensar ni el mañana, ni en los demás, ni tampoco en su salud. Se atraca de comida y cerveza sin ninguna consecuencia, ni remordimiento. No se hace problemas. En realidad comer tan desaforadamente puede ser una satisfacción pero también es una agresión contra sí mismo. Homero se “castiga” pero está contento. Goza de buena salud mental y física (...)
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Homero Simpson: el exceso despojado de su letalidad
Pg de Gonzalo Portocarrero
Las enseñanzas filosóficas implícitas en los personajes de Los Simpsons
JORDI SOLER - Barcelona - 16/08/2008
La idea de convertir a la familia Simpson en materia de especulación filosófica es el tema de un curioso libro, The Simpsons and philosophy: the D’oh of Homer (ese D’oh se traduce en la versión española por “mosquis”, la célebre interjección de Homer). Una nueva editorial, Blackie, lo publicará en España en invierno con el título de Los Simpson y la filosofía.Hace unos años, Matt Groening declaró que el gran subtexto de Los Simpson es éste: “La gente que está en el poder no siempre tiene en mente tu bienestar”. La serie está basada en la desconfianza que siente el ciudadano común frente al poder, en todas sus manifestaciones, y en la necesidad que éste tiene de preservar a su familia que, por disfuncional que sea, termina siendo el último refugio posible.
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Los Simpson y la filosofía comienza con un ensayo de Raja Halwani dedicado a rescatar, filosóficamente, lo que Homer tiene de admirable, y el punto de partida para esta empresa imposible es Aristóteles, ni más ni menos. “Los hombres fallan a la hora de discernir en la vida qué es el bien”; esta idea aristotélica consuena con esta idea homérica, de Homer Simpson: “Yo no puedo vivir esta vida de mierda que llevas tú. Lo quiero todo, las terroríficas partes bajas, las cimas mareantes, las partes cremosas de en medio”.
La interesantísima radiografía filosófica de Homer que hace Halwani viene salpicada con diálogos y situaciones que hacen ver al lector lo que ya había notado al ver Los Simpson en la televisión: que Homer, fuera de algunos momentos de intensa vitalidad, casi todos asociados con la cerveza Duff, no tiene nada de admirable. “Brindo por el alcohol, que es la causa y la solución de todos los problemas de la vida”, dice Homer en un momento festivo, con una jarra de cerveza en la mano, y unos capítulos más tarde se sincera con Marge, su esposa: “Mira Marge, siento mucho no haber sido mejor esposo; estoy arrepentido del día en que intenté hacer salsa en la bañera y de la vez en que le puse cera al coche con tu vestido de novia… Digamos que te pido perdón por todo nuestro matrimonio hasta el día de hoy” (...)
...hora de desmontar filosóficamente a Homer, Raja Halwani llega a la conclusión de que el tipo de carácter que tiene este personaje, desde el punto de vista aristotélico, es el vicioso, su escaso autocontrol frente a la ira, la alegría, el sexo o la cerveza, sus mentiras y su cobardía histérica en las situaciones en que tendría que responder como jefe de la tribu, lo sitúan como la antítesis de la templanza. Esta línea, dicha por él mismo cuando peligraba su integridad física, describe bien al entrañable personaje: “¡Oh, Dios mío; criaturas del espacio! ¡No me coman, tengo esposa e hijos!; ¡cómanselos a ellos!”.
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Las enseñanzas filosóficas implícitas en los personajes de Los Simpsons
JORDI SOLER - Barcelona - 16/08/2008
El mundo según Los Simpsons: Otro eslabón en el control a distancia
"Los Simpsons, hoy, constituyen una verdadera agencia de legitimación y mantenimiento de formas de relaciones humanas, de nociones arquetípicas sobre cómo entender y vivir la sexualidad, la política, la familia, la moda y, por cierto, la religión. Esta "inocente" caricatura, que reporta 2.500 millones de dólares en ganancias anuales para la cadena Fox y que cautiva a 60 millones de telespectadores en 66 países, es mucho más que una "inocente" serie animada de televisión, si se la examina "con lupa"
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cuando aludimos a lo ideológico y lo político nos estamos refiriendo a lo siguiente: Los Simpsons son una verdadera apología (defensa) de todos los placeres de la inmovilidad. Citamos nuevamente y de forma textual a Pinsky: "ver televisión y beber cerveza". Gabriela Esquivada asegura que la televisión y la cerveza "adquieren en la serie rasgos de ídolo pagano". Ambas, televisión y cerveza, encarnan la inmovilidad y el escape narcisista en una cultura del "no te metas" (muy similar al "no estoy ni ahí" de los chilenos).
En Los Simpsons "la rebelión (ciudadana) se ejerce en soledad y puertas adentro, como evasión etílica (escape vía alcohol)". Y estas acciones son símbolo inequívoco del aislamiento individualista del sujeto en un sofá, sometido al CONTROL remoto, servilmente hipnotizado por la mega imagen predicada en colores día tras día y en el contexto de una sociedad del bienestar, satisfecha de sí..."
Texto completoEl mundo según Los Simpsons:Otro eslabón en el control a distanciaMovimiento Universitario Autónomo de Filosofía, UCN, ULS, IV Región, Chile
A continuación un video de Giorgie Dann, uno de los desalmados artífices de la canción del verano, bien acogida por el regimen de Franco como una campaña más para la estupidización general de la sociedad, atención al mensaje fascista de la canción y al baile grotesco de este payaso
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