martes, 29 de noviembre de 2011

LOS CUATRO ACUERDOS DE LA SABIDURIA TOLTECA Miguel Ruiz






Primer acuerdo, Se Impecable con tus palabras 

El primer acuerdo es el más importante, también el más difícil de cumplir. Es tan importante que sólo con él ya serás capaz de alcanzar el nivel de existencia que yo denomino «el cielo en la tierra». Parece ser un acuerdo muy simple, pero es sumamente poderoso.

¿Por qué tus palabras? Porque constituyen el poder que tienes para crear. Son un don que proviene directamente de Dios. En la Biblia, el Evangelio de San Juan empieza diciendo: «En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios». Mediante las palabras expresas tu poder creativo, lo revelas todo. Independientemente de la lengua que hables, tu intención se pone de manifiesto a través de las palabras. Lo que sueñas, lo que sientes y lo que realmente eres, lo muestras por medio de las palabras. Son la herramienta más poderosa que tienes como ser humano, el instrumento de la magia. Pero son como una espada de doble filo: pueden crear el sueño más bello o destruir todo lo que te rodea. Uno de los filos es el uso erróneo de las palabras, que crea un infierno en vida. El otro es la impecabilidad de las palabras, que sólo engendrará belleza, amor y el cielo en la tierra. Según cómo las utilices, las palabras te liberarán o te esclavizarán aún más de lo que imaginas. Toda la magia que posees se basa en tus palabras. Son pura magia, y si las utilizas mal, se convierten en magia negra.

Esta magia es tan poderosa, que una sola palabra puede cambiar una vida o destruir a millones de personas. Hace años, en Alemania, mediante el uso de las palabras, un hombre manipuló a un país entero de gente muy inteligente. Los llevó a una guerra mundial sólo con el poder de sus palabras. La mente humana es como un campo fértil en el que continuamente se están plantando semillas. Las semillas son opiniones, ideas y conceptos. Tú plantas una semilla, un pensamiento y éste crece. Las palabras son como semillas, ¡y la mente humana es muy fértil! El único problema es que, con demasiada frecuencia, es fértil para las semillas del miedo. Todas las mentes humanas son fértiles, pero sólo para la clase de semilla para la que están preparadas. Lo importante es descubrir para qué clase de semillas es fértil nuestra mente y prepararla para recibir las semillas del amor.

Todo ser humano es un mago, y por medio de las palabras, puede hechizar a alguien o liberarlo de un hechizo. Continuamente estamos lanzando hechizos con nuestras opiniones. Por ejemplo, me encuentro con un amigo y le doy una opinión que se me acaba de ocurrir. Le digo: «¡Mmmm! Veo en tu cara el color de los que acaban teniendo cáncer». Si escucha esas palabras y está de acuerdo, desarrollará un cáncer en menos de un año. Ese es el poder de las palabras.
Durante nuestra domesticación, nuestros padres y hermanos expresaban sus opiniones sobre nosotros sin pensar. Nosotros nos creíamos lo que nos decían y vivíamos con el miedo que nos provocaban sus opiniones.

Este acuerdo es muy difícil de romper y es posible que te lleve a realizar muchas cosas con el único fin de convencerte de que realmente eres estúpido. Puede que hagas algo y te digas a ti mismo: «Me gustaría ser inteligente, pero debo de ser estúpido, porque si no lo fuera, no habría hecho esto». La mente se mueve en cientos de direcciones diferentes y podríamos pasarnos días enteros atrapados únicamente por la creencia en nuestra propia estupidez. Pero un día alguien capta tu atención y con palabras te hace saber que no eres estúpido. Crees lo que esa persona dice y llegas a un nuevo acuerdo. Y el resultado es que dejas de sentirte o de actuar como un estúpido. Se ha roto todo el hechizo sólo con la fuerza de las palabras. Y a la inversa, si crees que eres estúpido y alguien capta tu atención y te dice: «Sí, realmente eres la persona más estúpida que jamás he conocido», el acuerdo se verá reforzado y se volverá todavía más firme.

Veamos ahora lo que significa la palabra «impecabilidad». Significa «sin pecado». «Impecable» proviene del latín pecatus, que quiere decir «pecado». El im significa «sin», de modo que «impecable» quiere decir «sin pecado». Las religiones hablan del pecado y de los pecadores, pero entendamos qué significa realmente pecar. Un pecado es cualquier cosa que haces y que va contra ti. Todo lo que sientas, creas o digas que vaya contra ti es un pecado. Vas contra ti cuando te juzgas y te culpas por cualquier cosa. No pecar es hacer exactamente lo contrario. Ser impecable es no ir contra ti mismo. Cuando eres impecable, asumes la responsabilidad de tus actos, pero sin juzgarte ni culparte. Desde este punto de vista, todo el concepto de pecado deja de ser algo moral o religioso para convertirse en una cuestión de puro sentido común. El pecado empieza con el rechazo de uno mismo. El mayor pecado que cometes es rechazarte a ti mismo. En términos religiosos, el autorrechazo es un «pecado mortal», es decir que te conduce a la muerte. En cambio, la impecabilidad te conduce a la vida.

Ser impecable con tus palabras es no utilizarlas contra ti mismo. Si te veo en la calle y te llamo estúpido, puede parecer que utilizo esa palabra contra ti pero en realidad la utilizo contra mí mismo, porque tú me odiarás por ello y tu odio no será bueno para mí. Por lo tanto, si me enfurezco y con mis palabras te envío todo mi veneno emocional, las estoy utilizando en mi contra.

Si me amo a mí mismo, expresaré ese amor en mis relaciones contigo y seré impecable con mis palabras, porque la acción provoca una reacción semejante. Si te amo, tú me amarás. Si te insulto, me insultarás. Si siento gratitud por ti, tú la sentirás por mí. Si soy egoísta contigo, tú lo serás conmigo. Si utilizó mis palabras para hechizarte, tú emplearás las tuyas para hechizarme a mí.
Ser impecable con tus palabras significa utilizar tu energía correctamente, en la dirección de la verdad y del amor por ti mismo. Si llegas a un acuerdo contigo para ser impecable con tus palabras, eso bastará para que la verdad se manifieste a través de ti y limpie todo el veneno emocional que hay en tu interior.

En el infierno, el poder de las palabras se emplea de un modo totalmente erróneo. Las usamos para maldecir, para culpar, para reprochar, para destruir. También las utilizamos correctamente, por supuesto, pero no lo hacemos muy a menudo. Por lo general, empleamos las palabras para propagar nuestro veneno personal: para expresar rabia, celos, envidia y odio. Las palabras son pura magia -el don más poderoso que tenemos como seres humanos- y las utilizamos contra nosotros mismos. Las usamos para fomentar el odio entre diferentes personas, entre las familias, entre las naciones… 

Hacemos un mal uso de las palabras con gran frecuencia, y así es como creamos y perpetuamos el sueño del infierno. Con el uso erróneo de las palabras, nos perjudicamos los unos a los otros y nos mantenemos mutuamente en un estado de miedo y duda. Dado que las palabras son la magia que poseemos los seres humanos y su uso equivocado es magia negra, utilizamos la magia negra constantemente sin tener la menor idea de ello.

Considera las relaciones humanas diarias, e imagínate cuántas veces nos lanzamos hechizos los unos a los otros con nuestras palabras. Con el tiempo, esto se ha convertido en la peor forma de magia negra: son los chismes. Los chismes son magia negra de la peor clase, porque son puro veneno. Aprendimos a contar chismes por acuerdo. De niños, escuchábamos a los adultos que nos rodeaban chismorrear sin parar y expresar abiertamente su opinión sobre otras personas. Incluso opinaban sobre gente a la que no conocían. Mediante esas opiniones, transferían su veneno emocional, y nosotros aprendimos que ésta era la manera normal de comunicarse.

Si adoptamos el Primer Acuerdo y somos impecables con nuestras palabras, cualquier veneno emocional acabará por desaparecer de nuestra mente y dejaremos de transmitirlo en nuestras relaciones personales. Es la manera que utilizamos para sentirnos cerca de otras personas, porque ver que alguien se siente tan mal como nosotros, nos hace sentir mejor.

La impecabilidad de tus palabras también te proporcionará inmunidad frente a cualquier persona que te lance un hechizo. Solamente recibirás una idea negativa si tu mente es un campo fértil para ella. Cuando eres impecable con tus palabras, tu mente deja de ser un campo fértil para las palabras que surgen de la magia negra, pero sí lo es para las que surgen del amor. Puedes medir la impecabilidad de tus palabras a partir de tu nivel de autoestima. La cantidad de amor que sientes por ti es directamente proporcional a la calidad e integridad de tus palabras. Cuando eres impecable con tus palabras, te sientes bien, eres feliz y estás en paz.

Puedes trascender el sueño del infierno sólo con llegar al acuerdo de ser impecable con tus palabras. Ahora mismo estoy plantando una semilla en tu mente. Que crezca o no, dependerá de lo fértil que sea tu mente para recibir las semillas del amor. Tú decides si llegas o no a establecer este acuerdo contigo mismo: Soy impecable con mis palabras. Nutre esta semilla, y a medida que crezca en tu mente, generará más semillas de amor que reemplazarán a las del miedo. El Primer Acuerdo cambiará el tipo de semillas para las que tu mente resulta fértil.

Sé impecable con tus palabras. Este es el primer acuerdo al que debes llegar si quieres ser libre, ser feliz y trascender el nivel de existencia del infierno. Es muy poderoso. Utiliza tus palabras apropiadamente. Empléalas para compartir tu amor. Usa la magia blanca empezando por ti. Dite a ti mismo que eres una persona maravillosa, fantástica. Dite cuánto te amas. Utiliza las palabras para romper todos esos pequeños acuerdos que te hacen sufrir.

Imagínate lo que es posible crear sólo con la impecabilidad de las palabras. Trascenderás el sueño del miedo y llevarás una vida diferente. Podrás vivir en el cielo en medio de miles de personas que viven en el infierno, porque serás inmune a él. Alcanzarás el reino de los cielos con este acuerdo: Sé impecable con tus palabras.






 El Segundo Acuerdo consiste en no tomarte nada personalmente.

Suceda lo que suceda a tu alrededor no te lo tomes personalmente. Utilizando un ejemplo anterior, si te encuentro en la calle y te digo: «¡Eh, eres un estúpido!», sin conocerte, no me refiero a ti, sino a mí. Si te lo tomas personalmente, tal vez te creas que eres un estúpido. Quizá te digas a ti mismo: «¿Cómo lo sabe? ¿Acaso es clarividente o es que todos pueden ver lo estúpido que soy?».
 Te lo tomas personalmente porque estás de acuerdo con cualquier cosa que se diga. Y tan pronto como estás de acuerdo, el veneno te recorre y te encuentras atrapado en el sueño del infierno. El motivo de que estés atrapado es lo que llamamos «la importancia personal». La importancia personal, o el tomarse las cosas personalmente, es la expresión máxima del egoísmo, porque consideramos que todo gira a nuestro alrededor. Durante el período de nuestra educación (o de nuestra domesticación), aprendimos a tomarnos todas las cosas de forma personal. Creemos que somos responsables de todo. ¡Yo, yo, yo y siempre yo! Nada de lo que los demás hacen es por ti. Lo hacen por ellos mismos.

Todos vivimos en nuestro propio sueño, en nuestra propia mente; los demás están en un mundo completamente distinto de aquel en que vive cada uno de nosotros. Cuando nos tomamos personalmente lo que alguien nos dice, suponemos que sabe lo que hay en nuestro mundo e intentamos imponérselo por encima del suyo. Incluso cuando una situación parece muy personal, por ejemplo cuando alguien te insulta directamente, eso no tiene nada que ver contigo. Lo que esa persona dice, lo que hace y las opiniones que expresa responden a los acuerdos que ha establecido en su propia mente. Su punto de vista surge de toda la programación que recibió durante su domesticación.

Si alguien te da su opinión y te dice: «¡Oye, estás muy gordo!», no te lo tomes personalmente, porque la verdad es que se refiere a sus propios sentimientos, creencias y opiniones. Esa persona intentó enviarte su veneno, y si te lo tomas personalmente, lo recoges y se convierte en tuyo. Tomarse las cosas personalmente te convierte en una presa fácil para esos depredadores, los magos negros. Les resulta fácil atraparte con una simple opinión, después te alimentan con el veneno que quieren, y como te lo tomas personalmente, te lo tragas sin rechistar. Te comes toda su basura emocional y la conviertes en tu propia basura. Pero si no te lo tomas personalmente, serás inmune a todo veneno aunque te encuentres en medio del infierno. Esa inmunidad es un don de este acuerdo. Cuando te tomas las cosas personalmente, te sientes ofendido y reaccionas defendiendo tus creencias y creando conflictos. Haces una montaña de un grano de arena porque sientes la necesidad de tener razón y de que los demás estén equivocados. También te esfuerzas en demostrarles que tienes razón dando tus propias opiniones. Del mismo modo, cualquier cosa que sientas o hagas no es más que una proyección de tu propio sueño personal, un reflejo de tus propios acuerdos. Lo que dices, lo que haces y las opiniones que tienes se basan en los acuerdos que tú has establecido y no tienen nada que ver conmigo.

Lo que pienses de mí no es importante para mí y no me lo tomo personalmente. Cuando la gente me dice: «Miguel, eres el mejor», no me lo tomo personalmente y tampoco lo hago cuando me dice: «Miguel, eres el peor». Sé que cuando estés contento, me dirás: «¡Miguel, eres un ángel!». Pero cuando estés enfadado conmigo, me dirás: «¡Oh, Miguel, eres un demonio! Eres repugnante. ¿Cómo puedes decir esas cosas?». Ninguno de los dos comentarios me afecta porque yo sé lo que soy. No necesito que me acepten. No necesito que nadie me diga: «¡Miguel, qué bien lo haces!», o: «¿Cómo eres capaz de hacer eso?».

No, no me lo tomo personalmente. Pienses lo que pienses, sientas lo que sientas, sé que se trata de tu problema y no del mío. Es tu manera de ver el mundo. No me lo tomo de un modo personal porque te refieres a ti mismo y no a mí. Los demás tienen sus propias opiniones según su sistema de creencias, de modo que nada de lo que piensen de mí estará realmente relacionado conmigo, sino con ellos.

Es posible que incluso me digas: «Miguel, lo que dices me duele». Pero lo que te duele no es lo que yo digo, sino las heridas que tienes y que yo he rozado con lo que he dicho. Eres tú mismo quien se hace daño. No me lo puedo tomar personalmente en modo alguno, y no porque no crea ni confíe en ti, sino porque sé que ves el mundo con distintos ojos, con los tuyos.

Creas una película entera en tu mente y en ella tú eres el director, el productor y el protagonista. Todos los demás tenemos papeles secundarios. Es tu película. La manera en que ves esa película se basa en los acuerdos que has establecido con la vida. Tu punto de vista es algo personal tuyo. No es la verdad de nadie más que de ti. Por consiguiente, si te enfadas conmigo, sé que eso está relacionado contigo. Yo soy la excusa para que tú te enfades. Y te enfadas porque tienes miedo, porque te enfrentas a tu miedo. Si no tuvieras miedo, no te enfadarías conmigo en modo alguno. Si no tuvieras miedo, no me odiarías en modo alguno. Si no tuvieras miedo, no estarías triste ni celoso en modo alguno.

Si vives sin miedo, si amas, no hay lugar para ninguna de esas emociones. Si no tienes ninguna de esas emociones, lógicamente te sientes bien. Cuando te sientes bien, todo lo que te rodea está bien. Cuando todo lo que te rodea es magnífico, todo te hace feliz. Amas todo lo que te rodea porque te amas a ti mismo, porque te gusta como eres, porque estás contento contigo mismo, porque te sientes feliz con tu vida. Estás satisfecho con la película que tú mismo produces y con los acuerdos que has establecido con la vida. Estás en paz y eres feliz. Vives en ese estado de dicha en el que todo es verdaderamente maravilloso y bello. En ese estado de dicha, estableces una relación de amor con todo lo que percibes en todo momento.

Sea lo que sea lo que la gente haga, piense o diga, no te lo tomes personalmente. Si te dice que eres maravilloso, no lo dice por ti. Tú sabes que eres maravilloso. No es necesario que otras personas te lo digan para creerlo. No te tomes nada personalmente. Aun cuando alguien agarrase una pistola y te disparase en la cabeza, no sería nada personal. Incluso hasta ese extremo. Ni siquiera las opiniones que tienes sobre ti mismo son necesariamente verdad; por consiguiente, no tienes la menor necesidad de tomarte cualquier cosa que oigas en tu propia mente personalmente. La mente tiene la capacidad de hablarse a sí misma, pero también tiene la capacidad de escuchar la información que está disponible de otras esferas.

La mente también es capaz de hablarse y escucharse a sí misma. Tu mente está dividida, igual que lo está tu cuerpo. Del mismo modo en que puedes estrechar con una mano tu otra mano y sentirla, la mente puede hablar consigo misma. Una parte de tu mente habla y otra escucha. Cuando muchas partes de tu mente hablan todas al mismo tiempo, se origina un gran problema. A esto lo llamamos mitote, ¿recuerdas? Podemos comparar el mitote con un enorme mercado en el que miles de personas hablan y hacen trueques a la vez. Cada una tiene pensamientos y sentimientos diferentes; cada una tiene un punto de vista distinto. Todos los acuerdos que hemos establecido -la programación de la mente- no son necesariamente compatibles entre sí. Cada acuerdo es como un ser vivo independiente; tiene su propia personalidad y su propia voz. Hay acuerdos incompatibles, que se contradicen los unos a los otros, y el conflicto se va extendiendo hasta que estalla una gran guerra en la mente.

El mitote es la razón por la que los seres humanos apenas saben lo que quieren, cómo lo quieren o cuándo lo quieren. No están de acuerdo con ellos mismos porque unas partes de la mente quieren una cosa y otras quieren exactamente lo contrario. Una parte de la mente pone objeciones a determinados pensamientos y actos y otra los apoya. Todos estos pequeños seres vivientes crean conflictos internos porque están vivos y cada uno tiene su propia voz. Únicamente si hacemos un inventario de nuestros acuerdos destaparemos todos los conflictos de la mente y, con el tiempo, llegaremos a extraer orden del caos del mitote.

No te tomes nada personalmente porque, si lo haces, te expones a sufrir por nada. Los seres humanos somos adictos al sufrimiento en diferentes niveles y distintos grados; nos apoyamos los unos a los otros para mantener esta adicción. Hemos acordado ayudarnos mutuamente a sufrir. 

Si tienes la necesidad de que te maltraten, será fácil que los demás lo hagan. Del mismo modo, si estás con personas que necesitan sufrir, algo en ti hará que las maltrates. Es como si llevasen un cartel en la espalda que dijera: «Patéame, por favor». Piden una justificación para su sufrimiento. Su adicción al sufrimiento no es más que un acuerdo que refuerzan a diario.

Vayas donde vayas, encontrarás a gente que te mentirá, pero a medida que tu conciencia se expanda, descubrirás que tú también te mientes a ti mismo. No esperes que los demás te digan la verdad, porque ellos también se mienten a sí mismos. Tienes que confiar en ti y decidir si crees o no lo que alguien te dice. Cuando realmente vemos a los demás tal como son sin tomárnoslo personalmente, lo que hagan o digan no nos dañará. Aunque los demás te mientan, no importa. 

Te mienten porque tienen miedo. Tienen miedo de que descubras que no son perfectos. Quitarse la máscara social resulta doloroso. Si los demás dicen una cosa, pero hacen otra y tú no prestas atención a sus actos, te mientes a ti mismo. Pero si eres veraz contigo mismo, te ahorrarás mucho dolor emocional. Decirte la verdad quizá resulte doloroso, pero no necesitas aferrarte al dolor. La curación está en camino; que las cosas te vayan mejor es sólo cuestión de tiempo.

Si alguien no te trata con amor ni respeto, que se aleje de ti es un regalo. Si esa persona no se va, lo más probable es que soportes muchos años de sufrimiento con ella. Que se marche quizá resulte doloroso durante un tiempo, pero finalmente tu corazón sanará. Entonces, elegirás lo que de verdad quieres. Descubrirás que, para elegir correctamente, más que confiar en los demás, es necesario que confíes en ti mismo.

Cuando no tomarte nada personalmente se convierta en un hábito firme y sólido, te evitarás muchos disgustos en la vida. Tu rabia, tus celos y tu envidia desaparecerán, y si no te tomas nada personalmente, incluso tu tristeza desaparecerá. Si conviertes el Segundo Acuerdo en un hábito, descubrirás que nada podrá devolverte al infierno. Una gran cantidad de libertad surge cuando no nos tomamos nada personalmente. Serás inmune a los magos negros y ningún hechizo te afectará, por muy fuerte que sea. El mundo entero puede contar chismes sobre ti, pero si no te los tomas personalmente, serás inmune a ellos. Alguien puede enviarte veneno emocional de forma intencionada, pero si no te lo tomas personalmente, no te lo tragarás. Cuando no tomas el veneno emocional, se vuelve más nocivo para el que lo envía, pero no para ti.

 Ya puedes ver cuán importante es este acuerdo. No tomar nada personalmente te ayuda a romper muchos hábitos y costumbres que te mantienen atrapado en el sueño del infierno y te causan un sufrimiento innecesario. Si mantienes este acuerdo, viajarás por todo el mundo con el corazón abierto por completo y nadie te herirá. Dirás: «Te amo», sin miedo a que te rechacen o te ridiculicen. Pedirás lo que necesites. Dirás sí o dirás no -lo que tú decidas- sin culparte ni juzgarte. Siempre puedes seguir a tu corazón. Si lo haces, aunque estés en medio del infierno, experimentarás felicidad y paz interior. Permanecerás en tu estado de dicha y el infierno no te afectará en absoluto.

 El tercer acuerdo consiste en no hacer suposiciones.

Tendemos a hacer suposiciones sobre todo. El problema es que, al hacerlo, creemos que lo que suponemos es cierto. Juraríamos que es real. Hacemos suposiciones sobre lo que los demás hacen o piensan -nos lo tomamos personalmente - y después, los culpamos y reaccionamos enviando veneno emocional con nuestras palabras. Este es el motivo por el cual siempre que hacemos suposiciones, nos buscamos problemas. Hacemos una suposición, comprendemos las cosas mal, nos lo tomamos personalmente y acabamos haciendo un gran drama de nada.
Toda la tristeza y los dramas que has experimentado tenían sus raíces en las suposiciones que hiciste y en las cosas que te tomaste personalmente. Concédete un momento para considerar la verdad de esta afirmación. Toda la cuestión del dominio entre los seres humanos gira alrededor de las suposiciones y el tomarse las cosas personalmente. Todo nuestro sueño del infierno se basa en ello.

Producimos mucho veneno emocional haciendo suposiciones y tomándonoslas personalmente, porque por lo general, empezamos a chismorrear a partir de nuestras suposiciones. Recuerda que chismorrear es nuestra forma de comunicarnos y enviarnos veneno los unos a los otros en el sueño del infierno. Como tenemos miedo de pedir una aclaración, hacemos suposiciones y creemos que son ciertas; después, las defendemos e intentamos que sea otro el que no tenga razón. 

Siempre es mejor preguntar que hacer una suposición, porque las suposiciones crean sufrimiento.

El gran mitote de la mente humana crea un enorme caos que nos lleva a interpretar y entender mal todas las cosas. Sólo vemos lo que queremos ver y oímos lo que queremos oír. No percibimos las cosas tal como son. Tenemos la costumbre de soñar sin basarnos en la realidad. Literalmente, inventamos las cosas en nuestra imaginación. Como no entendemos algo, hacemos una suposición sobre su significado y cuando la verdad aparece, la burbuja de nuestro sueño estalla y descubrimos que no era en absoluto lo que nosotros creíamos.

Un ejemplo: Andas por el paseo y ves a una persona que te gusta. Se vuelve hacia ti, te sonríe y después se aleja. Sólo con esta experiencia puedes hacer muchas suposiciones. Con ellas es posible crear toda una fantasía. Y tú verdaderamente quieres creerte la fantasía y convertirla en realidad. Empiezas a crear un sueño completo a partir de tus suposiciones y puede que te lo creas: «Realmente le gusto mucho». A partir de esto, en tu mente empieza una relación entera. Quizás, en tu mundo de fantasía, hasta llegues a casarte con esa persona. Pero la fantasía está en tu mente, en tu sueño personal.

Hacer suposiciones en nuestras relaciones significa buscarse problemas. A menudo, suponemos que nuestra pareja sabe lo que pensamos y que no es necesario que le digamos lo que queremos. Suponemos que hará lo que queremos porque nos conoce muy bien. Si no hace lo que creemos que debería hacer, nos sentimos realmente heridos y decimos: «Deberías haberlo sabido».

Otro ejemplo: Decides casarte y supones que tu pareja ve el matrimonio de la misma manera que tú. Después, al vivir juntos, descubres que no es así. Esto crea muchos conflictos; sin embargo, no intentas clarificar tus sentimientos sobre el matrimonio. El marido regresa a casa del trabajo. La mujer está furiosa y el marido no sabe por qué. Quizá sea porque la mujer hizo una suposición. No le dice a su marido lo que quiere porque supone que él la conoce tan bien que ya lo sabe, como si pudiese leer su mente. Se disgusta porque él no satisface sus expectativas. Hacer suposiciones en las relaciones conduce a muchas disputas, dificultades y malentendidos con las personas que supuestamente amamos.

En cualquier tipo de relación, podemos suponer que los demás saben lo que pensamos y que no es necesario que digamos lo que queremos. Harán lo que queremos porque nos conocen muy bien. Si no lo hacen, si no hacen lo que creemos que deberían hacer, nos sentimos heridos y pensamos: «¿Cómo ha podido hacer eso? Debería haberlo sabido». Suponemos que la otra persona sabe lo que queremos. Creamos un drama completo porque hacemos esta suposición y después añadimos otras más encima de ella.

El funcionamiento de la mente humana es muy interesante. Necesitamos justificarlo, explicarlo y comprenderlo todo para sentirnos seguros. Tenemos millones de preguntas que precisan respuesta porque hay muchas cosas que la mente racional es incapaz de explicar. No importa si la respuesta es correcta o no; por sí sola, bastará para que nos sintamos seguros.

Esta es la razón por la cual hacemos suposiciones. Si los demás nos dicen algo, hacemos suposiciones, y si no nos dicen nada, también las hacemos para satisfacer nuestra necesidad de saber y reemplazar la necesidad de comunicarnos. Incluso si oímos algo y no lo entendemos, hacemos suposiciones sobre lo que significa, y después, creemos en ellas. Hacemos todo tipo de suposiciones porque no tenemos el valor de preguntar.

La mayoría de las veces, hacemos nuestras suposiciones con gran rapidez y de una manera inconsciente, porque hemos establecido acuerdos para comunicarnos de esta forma. Hemos acordado que hacer preguntas es peligroso y que la gente que nos ama debería saber qué queremos o cómo nos sentimos. Cuando creemos algo, suponemos que tenemos razón hasta el punto de llegar a destruir nuestras relaciones para defender nuestra posición.

Suponemos que todo el mundo ve la vida del mismo modo que nosotros. Suponemos que los demás piensan, sienten, juzgan y maltratan como nosotros lo hacemos. Esta es la mayor suposición que podemos hacer y es la razón por la cual nos da miedo ser nosotros mismos ante los demás, porque creemos que nos juzgarán, nos convertirán en sus víctimas, nos maltratarán y nos culparán como nosotros mismos lo hacemos. De modo que, incluso antes de que los demás tengan la oportunidad de rechazarnos, nosotros ya nos hemos rechazado a nosotros mismos. Así es como funciona la mente humana.

También hacemos suposiciones sobre nosotros mismos y esto crea muchos conflictos internos. Por ejemplo, supones que eres capaz de hacer algo y después descubres que no lo eres. Te sobrestimas o te subestimas a ti mismo porque no te has tomado el tiempo necesario para hacerte preguntas y contestártelas. Tal vez necesites más datos sobre una situación en particular. O quizá necesites dejar de mentirte a ti mismo sobre lo que verdaderamente quieres.

A menudo, cuando inicias una relación con alguien que te gusta, tienes que justificar por qué te gusta. Sólo ves lo que quieres ver y niegas que algunos aspectos de esa persona te disgustan. Te mientes a ti mismo con el único fin de sentir que tienes razón. Después haces suposiciones y una de ellas es: «Mi amor cambiará a esta persona». Pero no es verdad. Tu amor no cambiará a nadie. 

Si las personas cambian es porque quieren cambiar, no porque tú puedas cambiarlas. Entonces, ocurre algo entre vosotros dos y te sientes dolido. De pronto, ves lo que no quisiste ver antes, sólo que ahora está amplificado por tu veneno emocional. Ahora tienes que justificar tu dolor emocional y echar la culpa de tus decisiones a los demás. No es necesario que justifiquemos el amor; está presente o no lo está. El amor verdadero es aceptar a los demás tal como son, sin tratar de cambiarlos. Si intentamos cambiarlos significa que, en realidad, no nos gustan. Por supuesto, si decides vivir con alguien, si llegas a ese acuerdo, siempre será mejor que esa persona sea exactamente como tú quieres que sea. Encuentra a alguien a quien no tengas que cambiar en absoluto. Resulta mucho más fácil hallar a alguien que ya sea como tú quieres que sea, que intentar cambiar a una persona. Además, ese alguien debe quererte tal como eres para no tener que hacerte cambiar en absoluto. Si otras personas piensan que tienes que cambiar, eso significa que, en realidad, no te aman tal como eres.

¿Y para qué estar con alguien si tú no eres tal como quiere que seas? Debemos ser quienes somos, de modo que no tenemos que presentar una falsa imagen. Si me amas tal como soy, muy bien, tómame. Si no me amas tal como soy, muy bien, adiós. Búscate a otro. Quizá suene duro, pero este tipo de comunicación significa que los acuerdos personales que establecemos con los demás son claros e impecables. Imagínate tan sólo el día en que dejes de suponer cosas de tu pareja, y a la larga, de cualquier otra persona de tu vida. Tu manera de comunicarte cambiará completamente y tus relaciones ya no sufrirán más a causa de conflictos creados por suposiciones equivocadas.

La manera de evitar las suposiciones es preguntar. Asegúrate de que las cosas te queden claras. Si no comprendes alguna, ten el valor de preguntar hasta clarificarlo todo lo posible, e incluso entonces, no supongas que lo sabes todo sobre esa situación en particular. Una vez que escuches la respuesta, no tendrás que hacer suposiciones porque sabrás la verdad.

Asimismo, encuentra tu voz para preguntar lo que quieres. Todo el mundo tiene derecho a contestarte «sí» o «no», pero tú siempre tendrás derecho a preguntar. Del mismo modo, todo el mundo tiene derecho a preguntarte y tú tienes derecho a contestar «sí» o «no».

Si no entiendes algo, en lugar de hacer una suposición, es mejor que preguntes y que seas claro. El día que dejes de hacer suposiciones, te comunicarás con habilidad y claridad, libre de veneno emocional. Cuando ya no hagas suposiciones, tus palabras se volverán impecables.

Con una comunicación clara, todas tus relaciones cambiarán, no sólo la que tienes con tu pareja, sino también todas las demás. No será necesario que hagas suposiciones porque todo se volverá muy claro. Esto es lo que yo quiero y esto es lo que tú quieres. Si nos comunicamos de esta manera, nuestras palabras se volverán impecables. Si todos los seres humanos fuésemos capaces de comunicarnos de esta manera, con la impecabilidad de nuestras palabras, no habría guerras, ni violencia ni disputas. Sólo con que fuésemos capaces de tener una comunicación buena y clara, todos nuestros problemas se resolverían.

Este es, pues, el Tercer Acuerdo: No hagas suposiciones.

El Cuarto Acuerdo «Haz siempre lo máximo que puedas»

Sólo hay un acuerdo más, pero es el que permite que los otros tres se conviertan en hábitos profundamente arraigados. El Cuarto Acuerdo se refiere a la realización de los tres primeros: Haz siempre lo máximo que puedas.

Bajo cualquier circunstancia, haz siempre lo máximo que puedas, ni más ni menos. Pero piensa que eso va a variar de un momento a otro. Todas las cosas están vivas y cambian continuamente, de modo que, en ocasiones, lo máximo que podrás hacer tendrá una gran calidad, y en otras no será tan bueno. Cuando te despiertas renovado y lleno de vigor por la mañana, tu rendimiento es mejor que por la noche cuando estás agotado. Lo máximo que puedas hacer será distinto cuándo estés sano que cuando estés enfermo, o cuando estés sobrio que cuando hayas bebido. Tu rendimiento dependerá de que te sientas de maravilla y feliz o disgustado, enfadado o celoso.

En tus estados de ánimo diarios, lo máximo que podrás hacer cambiará de un momento a otro, de una hora a otra, de un día a otro. También cambiará con el tiempo. A medida que vayas adquiriendo el hábito de los cuatro nuevos acuerdos, tu rendimiento será mejor de lo que solía ser.
Independientemente del resultado, sigue haciendo siempre lo máximo que puedas, ni más ni menos. Si intentas esforzarte demasiado para hacer más de lo que puedes, gastarás más energía de la necesaria y, al final, tu rendimiento no será suficiente. Cuando te excedes, agotas tu cuerpo y vas contra ti, y por consiguiente te resulta más difícil alcanzar tus objetivos. Por otro lado, si haces menos de lo que puedes hacer, te sometes a ti mismo a frustraciones, juicios, culpas y reproches.

Limítate a hacer lo máximo que puedas, en cualquier circunstancia de tu vida. No importa si estás enfermo o cansado, si siempre haces lo máximo que puedas, no te juzgarás a ti mismo en modo alguno. Y si no te juzgas, no te harás reproches, ni te culparás ni te castigarás en absoluto. Si haces siempre lo máximo que puedas, romperás el fuerte hechizo al que estás sometido.

Había una vez un hombre que quería trascender su sufrimiento, de modo que se fue a un templo budista para encontrar a un maestro que le ayudase. Se acercó a él y le dijo:

«Maestro, si medito cuatro horas al día, ¿cuánto tiempo tardaré en alcanzar la iluminación?». El maestro le miró y le respondió: «Sí meditas cuatro horas al día, tal vez lo consigas dentro de diez años».

El hombre, pensando que podía hacer más, le dijo: «Maestro, y si medito ocho horas al día, ¿cuánto tiempo tardaré en alcanzar la iluminación?».

El maestro le miró y le respondió: «Si meditas ocho horas al día, tal vez lo lograrás dentro de veinte años».

 «Pero ¿por qué tardaré más tiempo si medito más?», preguntó el hombre.

El maestro contestó: «No estás aquí para sacrificar tu alegría ni tu vida. Estás aquí para vivir, para ser feliz y para amar. Si puedes alcanzar tu máximo nivel en dos horas de meditación, pero utilizas ocho, sólo conseguirás agotarte, apartarte del verdadero sentido de la meditación y no disfrutar de tu vida. Haz lo máximo que puedas y tal vez aprenderás que independientemente del tiempo que medites, puedes vivir, amar y ser feliz».

Si haces lo máximo que puedas, vivirás con gran intensidad. Serás productivo y serás bueno contigo mismo porque te entregarás a tu familia, a tu comunidad, a todo. Pero la acción es lo que te hará sentir inmensamente feliz. Siempre que haces lo máximo que puedes, actúas. Hacer lo máximo que puedas significa actuar porque amas hacerlo, no porque esperas una recompensa. La mayor parte de las personas hacen exactamente lo contrario: sólo emprenden la acción cuándo esperan una recompensa y no disfrutan de ella. Y ese es el motivo por el que no hacen lo máximo que pueden.

Por ejemplo, la mayoría de las personas van a trabajar y piensan únicamente en el día de pago y en el dinero que obtendrán por su trabajo. Están impacientes esperando a que llegue el viernes o el sábado, el día en el que reciben su salario y pueden tomarse unas horas libres. Trabajan por su recompensa y el resultado es que se resisten al trabajo. Intentan evitar la acción; ésta entonces se vuelve cada vez más difícil y esas personas no hacen lo máximo que pueden. Trabajan muy duramente durante toda la semana, soportan el trabajo, soportan la acción, no porque les guste, sino porque sienten que es lo que deben hacer. Tienen que trabajar porque han de pagar el alquiler y mantener a su familia. Son personas frustradas y cuando reciben su paga, no se sienten felices.

Tienen dos días para descansar, para hacer lo que les apetezca y ¿qué es lo que hacen? Intentan escaparse. Se emborrachan porque no se gustan a sí mismos. No les gusta su vida. Cuando no nos gusta como somos, nos herimos de muy diversas maneras. Sin embargo, si emprendes la acción por el puro placer de hacerlo, sin esperar una recompensa, descubrirás que disfrutas de cada cosa que llevas a cabo. Las recompensas llegarán, pero tú no estarás apegado a ellas. Si no esperas una recompensa, es posible que incluso llegues a conseguir más de lo que hubieses imaginado. Si nos gusta lo que hacemos y si siempre hacemos lo máximo que podemos, entonces disfrutamos realmente de nuestra vida. Nos divertimos, no nos aburrimos y no nos sentimos frustrados.

Cuando haces lo máximo que puedes, no le das al Juez la oportunidad de que dicte sentencia y te considere culpable. Si has hecho lo máximo que podías y el Juez intenta juzgarte basándose en tu Libro de la Ley, tú tienes la respuesta: «Hice lo máximo que podía». No hay reproches. Ésta es la razón por la cual siempre hacemos lo máximo que podemos. No es un acuerdo que sea fácil de mantener, pero te hará realmente libre. Cuando haces lo máximo que puedes, aprendes a aceptarte a ti mismo, pero tienes que ser consciente y aprender de tus errores. Eso significa practicar, comprobar los resultados con honestidad y continuar practicando. Así se expande la conciencia.

Cuando haces lo máximo que puedes no parece que trabajes, porque disfrutas de todo lo que haces. 

Sabes que haces lo máximo que puedes cuando disfrutas de la acción o la llevas a cabo de una manera que no te repercute negativamente. Haces lo máximo que puedes porque quieres hacerlo, no porque tengas que hacerlo, ni por complacer al juez o a los demás. Si emprendes la acción porque te sientes obligado, entonces, de ninguna manera harás lo máximo que puedas. En ese caso, es mejor no hacerlo. Cuando haces lo máximo que puedes, siempre te sientes muy feliz; por eso lo haces. Cuando haces lo máximo que puedes por el mero placer de hacerlo, emprendes la acción porque disfrutas de ella.

La acción consiste en vivir con plenitud. La inacción es nuestra forma de negar la vida, y consiste en sentarse delante del televisor cada día durante años porque te da miedo estar vivo y arriesgarte a expresar lo que eres. Expresar lo que eres es emprender la acción. Puede que tengas grandes ideas en la cabeza, pero lo que importa es la acción. Una idea, si no se lleva a cabo, no producirá ninguna manifestación, ni resultados ni recompensas.

Hacer lo máximo que puedas es un gran hábito que te conviene adquirir. Yo hago lo máximo que puedo en todo lo que emprendo y siento. Hacerlo se ha convertido en un ritual que forma parte de mi vida, porque estás vivo. No disfrutar de lo que sucede ahora mismo es vivir en el pasado, es vivir sólo a medias. Esto conduce a la autocompasión, el sufrimiento y las lágrimas.

Naciste con el derecho de ser feliz. Naciste con el derecho de amar, de disfrutar y de compartir tu amor. Estás vivo, así que toma tu vida y disfrútala. No te resistas a que la vida pase por ti, porque es Dios que pasa a través de ti. Tu existencia prueba, por sí sola, la existencia de Dios. Tu existencia prueba la existencia de la vida y la energía.

No necesitamos saber ni probar nada. Ser, arriesgarnos a vivir y disfrutar de nuestra vida, es lo único que importa. Di que no cuando quieras decir que no, y di que sí cuando quieras decir que sí. Tienes derecho a ser tú mismo. Y sólo puedes serlo cuando haces lo máximo que puedes. Cuando no lo haces, te niegas el derecho a ser tú mismo. Ésta es una semilla que deberías nutrir en tu mente. No necesitas muchos conocimientos ni grandes conceptos filosóficos. No necesitas que los demás te acepten. 

Expresas tu propia divinidad mediante tu vida y el amor por ti mismo y por los demás.

Los tres primeros acuerdos sólo funcionarán si haces lo máximo que puedas. No esperes ser siempre impecable con tus palabras. Tus hábitos rutinarios son demasiado fuertes y están firmemente arraigados en tu mente. Pero puedes hacer lo máximo posible. No esperes no volver nunca más a tomarte las cosas personalmente; sólo haz lo máximo que puedas. No esperes no hacer nunca más ninguna suposición, pero sí puedes hacer lo máximo posible.

Si haces lo máximo que puedas, hábitos como emplear mal tus palabras, tomarte las cosas personalmente y hacer suposiciones se debilitarán y con el tiempo, serán menos frecuentes. No es necesario que te juzgues a ti mismo, que te sientas culpable o que te castigues por no ser capaz de mantener estos acuerdos. Cuando haces lo máximo que puedes, te sientes bien contigo mismo aunque todavía hagas suposiciones, aunque todavía te tomes las cosas personalmente y aunque todavía no seas impecable con tus palabras.

Si siempre haces lo máximo que puedas, una y otra vez, te convertirás en un maestro de la transformación. La práctica forma al maestro. Todo lo que sabes lo has aprendido mediante la repetición.

Si haces lo máximo que puedas en la búsqueda de tu libertad personal y de tu autoestima, descubrirás que encontrar lo que buscas es sólo cuestión de tiempo. No se trata de soñar despierto ni de sentarse varias horas a soñar mientras meditas. Debes ponerte en pie y actuar como un ser humano. Debes honrar al hombre o la mujer que eres. Debes respetar tu cuerpo, disfrutarlo, amarlo, alimentarlo, limpiarlo y sanarlo. Ejercítalo y haz todo lo que le haga sentirse bien. Tu propio cuerpo es una manifestación de Dios, y si honras a tu cuerpo, todo cambiará para ti. Cuando des amor a todas las partes de tu cuerpo, plantarás semillas de amor en tu mente, y cuando crezcan, amarás, honrarás y respetarás tu cuerpo inmensamente.

Cuando honres estos cuatro acuerdos juntos, ya no vivirás más en el infierno. Definitivamente, no. Si eres impecable con tus palabras, no te tomas nada personalmente, no haces suposiciones y siempre haces lo máximo que puedas, tu vida será maravillosa y la controlarás totalmente.
Los Cuatro Acuerdos son un resumen de la maestría de la transformación, una de las maestrías de los Toltecas. Transformas el infierno en cielo. Sólo tienes que adoptarlos y respetar su significado y su poder.
Coninua...

viernes, 25 de noviembre de 2011

THRIVE (El Mundo Está Despertando)




THRIVE es un documental poco convencional, recién estrenado a nivel , que de nuevo habla de lo que realmente pasa en nuestro mundo, siguiendo la del poder económico.


Thrive 

THRIVE pone al descubierto la consolidación global del poder en todos los aspectos de nuestras vidas.
A través de una propuesta conjunta de avances científicos, el despertar de la conciencia y el activismo,

Participan de THRIVE científicos, líderes espirituales y grandes personalidades del mundo, quienes se unen para levantar su voz:

Duane Elgin, Nassim Haramein, Steven Greer, Jack Kasher, Daniel Sheehan, Adam Trombly, Brian O’Leary, Vandana Shiva, John Gatto, John Robbins, Deepak Chopra, David Icke, Catherine Austin Fitts, G. Edward Griffin, Bill Still, John Perkins, Paul Hawken, Aqeela Sherrills, Evon , Angel Kyodo , Elisabet Sahtouris, Amy Goodman y Barbara Marx Hubbard.

El rango de temas tratados en THRIVE es muy amplio, pero su presentación es concisa. Tratando los mecanismos de control mundial de la energía, , , salud, alimentación, medios de comunicación, la escasez, la fractal, la geometría sagrada, el complejo militar industrial, las visitas extraterrestres, el Nuevo Orden Mundial…

Thrive Movement - The Movie


Desde ya que es un documental polémico, pero la película ilumina y analiza los problemas a los que nos enfrentamos en el planeta.

Se abren las puertas a soluciones como la , el hambre, las crisis financieras, las guerras, los problemas de salud.

Estas soluciones reales y medidas prácticas, como siempre en este tipo de documentales son la parte más floja, nada habla de permacultura, ni de formas de organizarse en las luchas que ya existen, ni tampoco termina de concretizar nada respecto a las tecnologías de energía libre con las que empieza el documental, un cierre muy a lo americano y un tanto simplon.

Coninua...

viernes, 11 de noviembre de 2011

HAY ALTERNATIVAS. Propuestas para crear empleo y bienestar en España



























"Con la firme convicción de que solo haciendo que la ciudadanía sepa lo que de verdad está sucediendo en nuestra economía y divulgando las alternativas que existen a esta aguda crisis del capitalismo podremos salir de ella con más empleo y bienestar social, como queda demostrado en este libro".

DESCARGAR LIBRO

Hace un par de meses, la Editorial Aguilar, mostró su interés por  publicar nuestro libro HAY ALTERNATIVAS. Propuestas para crear empleo y bienestar en España, que nos prologó Noam Chomsky.

Cuando ya se había concretado como fecha de publicación el libro el 19  de octubre y se  había comenzado su promoción en la web de Aguilar y en librerías, los editores nos  comunicaron que la empresa deseaba retrasarla sin otra explicación de por medio, lo que  nos obligó lamentablemente a desestimar su publicación en esa editorial. Se confirmaba  así lo difícil que resulta difundir en España, en los  momentos en que son más necesarias  que nunca -como ahora en periodo pre-electoral-, ideas alternativas al pensamiento único  que predomina en el debate político y social.

Para solventar esta situación hemos optado por ofrecer nuestra obra gratuitamente en formato pdf a través de la red y en una nueva edición impresa en Ediciones Sequitur que, con la colaboración de ATTAC España, se ha arriesgado a publicar rápidamente este libro que estará  en librerías al precio de 10 euros a partir del 31de octubre.

Tenemos la firme convicción de que solo haciendo que la ciudadanía sepa lo que de verdad está sucediendo en nuestra economía y divulgando las alternativas que existen a esta aguda crisis del capitalismo podremos salir de ella con más empleo y bienestar social, como demostramos en este libro.

Por eso llamamos a divulgar esta versión en pdf, a estudiarla y  difundir sus propuestas y pedimos a todos los lectores que se conviertan ellos y ellas mismas en distribuidores del libro una vez que se encuentre impreso.

Contra la censura de los grandes oligopolios y el pensamiento único que imponen los poderes económicos, financieros y mediáticos defendamos la pluralidad y la libertad de  pensamiento conociendo y difundiendo el pensamiento crítico.

Puedes descargar el libro gratuitamente aquí o en
Web de Vicenç Navarro
Web de Alberto Garzón
Web de ATTAC España
Web de Editorial Sequitur

Nota de IDP: La editorial Aguilar forma parte, junto con Alfaguara,  Altea, El País-Aguilar, Santillana y Taurus, entre otras, del Grupo Santillana, perteneciente, a su vez, al holding PRISA. Los accionistas mayoritarios de PRISA, la familia Polanco (35,016% de las acciones) y, desde mediados del año pasado, un fondo de inversión norteamericano, la Liberty Acquisition Holdings Corp. (57,7% de las acciones). Este  hedge fund agrupa a más de 70 grandes inversores, entre los que figuran GLG, Taurus, Glenhill, Millenium, T Rowe Price, First Eagle, Soros Fund, Fortress, Teachers Advisors, Canada Pension Plan y los bancos Citigroup, Credit Suisse, Deutsche Bank y Morgan Stanley. 

Os pedimos a tod@s vuestra colaboración para demostrar a quienes han intentado silenciar este texto que su tiempo se está terminando: difundid todo lo posible el pdf.

La ocultación de alternativas en los falsimedia convencionales es ya más que indignante. La ciudadanía toda tiene que luchar para que algún día se les puedan exigir responsabilidades. El silencio o la manipulación están tratando de tapar estafas, saqueos, asesinatos… Cuando lo que se ocultan son crímenes, el silencio también es criminal. Los medios de desinformación se han convertido hace ya tiempo en cómplices de la  barbarie.


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sábado, 5 de noviembre de 2011

La meditación

Un cuento sufí, la corriente mística del Islam, relata la historia de Nasrudin quien pierde sus llaves en el camino, y las empieza a buscar debajo de la luz del farol. A medida que pasa el tiempo se suman vecinos a ayudarlo a encontrarlas, pero luego de mucho tiempo, la búsqueda ha sido en vano. Finalmente, uno de los vecinos le pregunta a Nasrudin, ¿Seguro que las perdistes aquí?, No, responde Nasrudin. ¿Entonces por qué las buscas aquí?, le preguntan, y el responde: Porque en esta esquina hay luz, mientras que la otra esquina está muy oscura.

En cierta medida, el relato refleja los condicionamientos que regulan la mente y el comportamiento humano en la vida cotidiana, en el modo en que se imparte la educación a los niños y la manera en que se ejerce la práctica científica, entre otros ámbitos de la vida, según se destacó recientemente en la conferencia. La meditación, su importancia en el campo de la ciencia y la educación, brindada por uno de los pioneros de la psicología transpersonal, Claudio Naranjo, en el auditorio de la Facultad de Medicina de la UBA.

Para el médico psiquiatra, que fue investigador de la Universidad de Berkeley (Estados Unidos) y es fundador del Instituto SAT de psicoterapia integradora, la meditación constituye una herramienta que puede ayudar a encontrar las llaves allí donde se encuentran y no dónde es más fácil buscarlas. De acuerdo con Naranjo la meditación puede servir para que el mundo científico pueda distinguir entre la ciencia propiamente tal y el cientificismo dogmático. Asimismo consideró de gran relevancia el aporte que las dimensiones de la meditación pueden hacer en el campo de la educación tales como la paz interior, la atención a las propias vivencias y otras que favorecen no sólo la salud mental, sino también el desarrollo interior de las personas, más allá de sus capacidades de producción.

Durante la conferencia, se subrayó que si bien muchos científicos consideran a la meditación un fenómeno muy abstracto, hasta la fecha figuran más de 1.800 trabajos publicados en PubMed, una de las bases de datos más respetadas dentro de la comunidad científica. Estos estudios incluyen evidencias sobre los efectos de la meditación en la conciencia y en la atención, entre otras habilidades.


Por ejemplo, un trabajo publicado en el Proceedings of the National Academy of Science realizado por investigadores de la Universidad de Wisconsin en Estados Unidos se centró en el estudio comparativo de la actividad cerebral de personas que habían realizado meditación en prolongados períodos de tiempo frente a personas que no habían meditado. El análisis de los encefalogramas mostró que la actividad cerebral en ambos grupos era diferente.

Otro trabajo publicado por el grupo de R. Davidson en PLOS Biology revela que la práctica de la meditación afecta a la capacidad de atención en estado de vigilia. Tras realizar una serie de ejercicios, los autores del trabajo observaron que los meditadores tienen una mayor capacidad para discriminar entre dos objetos que son expuestos en un muy breve lapso del tiempo. De acuerdo con los investigadores, los meditadores tenían esa habilidad dado que la energía del cerebro estaba concentrada en la atención focal y no tanto en pensamientos discursivos o en emociones.

La revista PLOS One publicó en 2008 los resultados de un trabajo realizado en el campo de la biología molecular. En el estudio que tuvo lugar en el Hospital General de Massachussets por científicos del Instituto Benson-Henry de Medicina Mente-Cuerpo participaron personas que habían practicado meditación 4 y 20 años, y otras que habían tenido poco o nulo acceso a esa práctica.

En ellos se evaluó la respuesta de relajación, que es la opuesta a la respuesta de estrés, por medio de análisis de genómica funcional en muestras de sangre. Los investigadores descubrieron que los meditadores poseían un perfil de expresión genética característico en la sangre que permitía diferenciarlos de lo no-meditadores o de las personas que habían participado de un curso de meditación breve (8 semanas).

Tanto en éste como en los otros estudios se concluyó que el tiempo dedicado a la meditación correlacionaba de manera positiva con los efectos que se estudiaban. En otras palabras, los efectos de la meditación son acumulativos, esto es, que es necesario realizar una práctica constante para ver sus resultados.

Hay en cada persona una falta de paz, y esa falta de quietud y de estar en paz consigo mismo y con la vida no es algo irrelevante a la paz del mundo. Entonces la quietud es una practica meditativa que tiene muchas formas, está en muchas tradiciones como el hinduismo, el budismo, el taoísmo y sufismo, entre otras, opina Naranjo. Y agrega que la quietud que es un aspecto de la meditación- cura automatismos del pensamiento y de la actitud.

Estamos siempre en movimiento, estamos haciendo siempre esto, siempre haciendo aquello, y no nos damos cuenta de nuestra compulsión del hacer, de movernos, de la compulsión de querer llenar el vacío de nuestro ser con algo, con el próximo movimiento, con el próximo proyecto, con el próximo logro, con el próximo pensamiento. Pascal lo dijo hace siglos: el problema del mundo es que la gente no sabe quedarse quieta en su cuarto, destacó el médico psiquiatra.

Pero no solo interesa el quedarse quieto, el detener la mente, el silenciar el pensamiento, interesa también lo que parecería que es lo contrario, afirmó Naranjo. Y prosiguió: Se puede decir que hay en la meditación una dimensión que va de la luz roja del quieto a la luz verde de la invitación a fluir (dejar fluir la mente). Se trata de una complementariedad que la conocen muy bien los meditadores, sobre todo en la tradición Zen, en la que se insta a una imagen que se usa mucho que uno debe dejar que la mente sea como el cielo que es móvil e imperturbable pero por el cual pasan las nubes, como una entrega a la corriente de la vida.



Reflexiones sobre La Meditación por ken Wilber

Cuando descanso en el testigo puro y simple, dejo de estar a merced de las experiencias gozosas o aterradoras, todas las experiencias discurren por mi rostro original como lo hacen las nubes por el cielo transparente del otoño, y en mí hay cabida para todo. 

Cuando descanso en el testigo simple, claro y omnipresente, estoy reposando en lo no nacido, en el Espíritu intrínseco, en la Vacuidad primordial, en la libertad infinita... Las cosas que pueden ser vistas son placenteras o dolorosas, afortunadas o tristes, gozosas o terribles, sanas o enfermas, pero el vidente de todas esas cosas no es afortunado ni triste, gozoso ni temible, sano ni enfermo, sino sencillamente Libre. Como testigo puro y simple yo estoy libre de todos los objetos, libre de todos los sujetos, completamente libre del tiempo y del espacio, del nacimiento y de la muerte y de todas las cosas que se hallan entre el nacimiento y la muerte. Yo soy, sencillamente, libre.


Descansando en la conciencia simple, clara y omnipresente, es como descubro que no existe ningún interior y ningún exterior, ningún sujeto y ningún objeto. Las cosas y sucesos siguen emergiendo con claridad –las nubes se desplazan, los pájaros cantan y la brisa fresca sigue soplando- pero no hay ningún yo separado detrás de todo ello. Los hechos simplemente emergen tal como son, sin la menor referencia constante al yo o al sujeto contraído...



Pero cuando descanso en la conciencia simple, clara y omnipresente dejo de protegerme, el dentro y el fuera desaparecen por completo y lo único que existe es lo siguiente... Yo ya no estoy aquí a este lado de mi rostro, contemplando un mundo que se halle ahí fuera, sino que simplemente soy el mundo. Yo ya no estoy aquí, he perdido mi identidad y he descubierto mi rostro original, el Kosmos mismo. En la pura conciencia omnipresente, los pájaros cantan y yo soy eso, el sol resplandece y yo soy eso, la luna riela y yo soy eso.... Cuando dejo de protegerme y desaparezco termino descubriendo a Dios en la conciencia simple omnipresente.

Cuando usted es el testigo de todos los objetos y todos los objetos emanan de usted, usted permanece en la libertad última, en la vasta amplitud de la inmensidad del espacio. En ese único gusto, el viento ya no sopla sobre usted, sino que lo hace desde su interior, el Sol ya no brilla sobre usted sino que irradia desde el centro mismo de sus ser, y cuando llueve es usted mismo quien está derramándose. Entonces podrá beber el Océano Pacífico en un solo trago y tragarse el universo entero, las supernovas nacerán y morirán dentro de su corazón y las galaxias girarán incesantemente en el centro de su corazón y todo resultará tan sencillo como el canto del petirrojo en un amanecer transparente como el cristal...


Cuando descanso en el simple testigo omnipresente estoy enfrente mismo del Espíritu. Eckart dijo que “Dios se halla más cerca de mí que yo”. No podemos alejarnos de él, porque siempre somos él. Éste es también el motivo por el cual los budas nunca han entrado en ese estado y los seres sensibles jamás lo han abandonado.


Cuando descanso en el testigo puro y simple advierto que esta conciencia no es experiencia. Es consciente de las experiencias pero no es, en si misma, una experiencia. Las experiencias van y vienen, aparecen y desaparecen, tienen un comienzo en el tiempo, perduran durante un tiempo y terminan desvaneciéndose...


Cuando descanso en el testigo puro y simple, comienzo incluso a advertir que el testigo no es una entidad o una cosa separada de lo que atestigua. Todas las cosas emanan del testigo y el testigo mismo se derrama en todas las cosas.


Creemos que perder nuestro prestigio es como morir, lo que es profundamente cierto: ¡no queremos perder nuestro prestigio porque no queremos morir!, ¡no queremos perder la sensación de identidad separada! Pero ese miedo primordial a perder prestigio es en realidad la raíz de nuestra agonía mas profunda, porque el intento de protegernos –de salvar nuestra identidad cuerpo mente- es el propio mecanismo del sufrimiento, el propio mecanismo que termina escindiendo el Kosmos en un interior versus exterior, fractura brutal que experimentamos como sufrimiento.
 

Buscar al testigo es equivocarse por completo, porque el mismo hecho de buscar constituye el principal de los errores ¿Cómo sería posible buscar lo que ahora mismo es consciente de esta página? ¡Tú eres eso! Es imposible buscar al buscador.... Antes de que Abraham fuera, yo ya era. Antes del Big-Bang, yo ya era. Y después de que el Universo se disuelva, yo seguiré siendo. En todas las cosas grandes o pequeñas, yo soy. Y jamás podré ser visto, oído, sentido ni conocido. Yo soy es el testigo omnipresente.
 

Poco importa pues lo que vea en un determinado momento, ya que la realidad esencial no es nada que pueda verse, sino el vidente mismo. Poco importa pues, que experimentemos paz o inquietud, felicidad o tristeza, porque todos estos son objetos de nuestra conciencia y el testigo que los experimenta es ya libre.
No es que tenga que traer esa conciencia simple a la existencia, ni tampoco que deba de tratar de entrar en ese estado. No tengo que hacer el menor esfuerzo, solo darme cuenta de que ya soy consciente de los cielos, percatarme de que ya soy consciente de las nubes, advertir que el testigo omnipresente se halla ya completamente operativo y que no es algo difícil de alcanzar, sino por el contrario imposible de evitar. Nunca he dejado de estar inmerso en esa conciencia omnipresente, la vacuidad esencial de la que emana toda manifestación.


El Espíritu es lo único que no ha estado ausente, lo único que ha permanecido inmutable en medio del flujo incesante de la experiencia. Y esto es algo que usted sabe desde hace literalmente millones de años y no hay, en consecuencia, nada que le impida reconocerlo. Si usted comprende esto, descansa en lo que comprende, y eso precisamente es el Espíritu. Si usted no lo comprende descansa en lo que no comprende y eso, precisamente es el Espíritu. Por toda la Eternidad solo hay Espíritu, el testigo de este, y de este, y también de este instante... hasta el mismísimo fin del mundo. 


Ken Wilber –El ojo de la contemplación-




Coninua...