domingo, 6 de septiembre de 2009

Warisata Escuela-Ayllu




















Volveré y seré millonesTupak Katari

Cuando nos gana el desencanto y parece que la naturalización de nuestra situación actual, social y educativa, hiciera imposible cualquier opción distinta, es bueno volver un poco los ojos al pasado -no para un ejercicio nostálgico vano- sino para reencontranos con experiencias educativas y sociales que fueron más allá de lo que muchos creían posible en su época y aún más, en las condiciones más difíciles que podríamos imaginarnos.

Warisata significa pampa o semillero de vicuñas y corresponde a un lugar ubicado en el altiplano boliviano, a más de 3 500 metros de altura. Pero Warisata es principalmente una escuela-ayllu, una experiencia pedagógica y social de increible interés hoy día, pese a los más de 60 años que han transcurrido desde su desaparición.

En la década de los años 30 Bolivia se vió envuelta en conflictos internos y externos (como la Guerra del Chaco contra Paraguay) y diversos gobiernos civiles y militares que oscilaron entre el nacionalismo y el liberalismo, que permitieron la frágil aparición de políticas que -tímidamente- reconocían la importancia de la temática indígena en un país donde su abrumadora mayoría estaba constituida por descendientes de aymaras, quechuas y otras etnias inmemoriales. No obstante esto, Bolivia se encontraba en manos de una minoría que controlaba el poder político y sobre todo económico (conocida como la rosca minero-feudal), y que mantenía a su población campesina e indígena mayoritaria bajo condiciones casi feudales de explotación.














 En ese contexto, surge en 1931 la Escuela Ayllu de Warisata, creada en conjunto por un funcionario de educación del gobierno boliviano -Elizardo Pérez- y Avelino Siñani como representante de la comunidad de Warisata. Porque en realidad, Siñani fue la voz a través de la cual la comunidad indígena expresó su deseo de organizarse y alfabetizarse, sin pensar que terminarían construyendo mucho más que eso.




















Pero decir que la escuela fue creada por Pérez y Siñani sería un error, ya que fue la comunidad entera la que construyó Warisata. Warisata nació un 2 de agosto como escuela rural indígena, financiada en parte con recursos del estado pero con la mano de obra, ideas e iniciativas de la propia comunidad. 150 niños/as y cuatro profesores bastante sui generis, Pérez y un maestro de carpintería, otro de mecánica y un cuarto de albañilería, iniciaron su funcionamiento. En su afan no de crear una educación “para” los indígenas, sino “de” los indígenas, Pérez como director estableció que esta sería administrada por el Consejo o Parlamento Amauta, que recogía la herencia de organización comunal incaica de los Ayllus. Así es como de ser una simple escuela indígena, pasó a ser una escuela ayllu, recogiendo un modelo que por siglos habían vivido las comunidades y que brotaba, por lo tanto, de su propia historia y realidad.

En su texto de sistematización de la experiencia de Warisata, la licenciada en Filosofía Yvette Mejía, señala que Warisata representó la puesta en práctica del paradigma lógico andino, el que se basaba en la reciprocidad, la solidaridad y el modelo de comunidad que vive en relación productiva pero sustentable con la naturaleza.

Mejía resume en cinco los principios que estructuraron Warisata:


  • La libertad pues se entiende que no se puede educar en un estado de esclavitud y servidumbre ni reproducir el sistema de opresión;


  • La solidaridad y reciprocidad que impulsa a una comunidad a hacerse co-rresponsable de cada uno y de todos y además los llama a expandir la labor educativa a las comunidades cercanas;


  • La producción formó parte de la idea misma de educación, ya que a cada actividad se le veía su lado productivo, desarrollandose la educación en talleres, granjas y criaderos de animales, logrando que la escuela se autosustentara tanto en términos de su alimento como de sus materiales de construcción y mobiliario.


  • La revalorización de su identidad cultural que reafirma con hechos el verdadero valor del saber, la ciencia y la organización de la cultura andina indígena;


  • La comunidad como sustrato donde se desarrollan los anteriores principios, a través del autogobierno y la autogestión económica, así como en su vida cotidiana.
¿Cómo funcionaba Warisata? La escuela contaba con cinco niveles, desde pre-escolar hasta enseñanza media normalista. La educación se realizaba en forma bilingüe (aymara-español) por una parte, a través de talleres productivos que buscaban tanto producir aquello necesario para sustentarse (alimentos, viviendas, herramientas) como para vender o intercambiar en trueque con las comunidades aledañas. Había talleres de carpintería, mecánica, tejido, alfarería, zapatería, refinería de azucar y cacao, entre otros. Junto a los talleres existía una sección agropecuaria donde los alumnos y sus profesores, junto a la ayuda y conocimientos de otros miembros de la comunidad, cultivaban especies autóctonas y criaban camélidos y otros animales domésticos. Por otra parte, en los Seminarios integrales de cultura se trabajaba el idioma castellano, a través de diálogos, lecturas escogidas, cantos, cuentos, noticias y diversos elementos de su propia cultura. Además, allí se escuchaban programas de radio y se veía cine en quechua, aymara y castellano.

La escuela tenía un internado, donde no solo vivían alumnos de localidades alejadas y docentes, sino también allí se alojaban padres y madres que cuidaban de los alumnos y visitantes que acudían a conocer la escuela. Una parte de los alumnos estaba en el externado y acudía diariamente a clases.

Ya dijimos que la escuela era administrada por el Parlamento amauta, formado por los ancianos y padres de familia elegidos por la propia comunidad. De ellos se desprendían las comisiones formadas por docentes, padres y madres y alumnos y que se encargaban de la administración del presupuesto doméstico, de las contrucciones, de organizar los talleres, entre otras actividades.

Como la escuela era de la comunidad se preocupaba también de irradiar su influencia y labor a todos, creando competencias deportivas, actividades artísticas como teatro y danza, conferencias de divulgación cultural, cine y hasta un club nocturno de adultos donde se leen noticias, se discuten y explican, se ve cine, etc.

Warisata se transformó, gracias al trabajo de sus propios miembros, en un núcleo de irradiación y modelo para otros lugares, no sólo de Bolivia sino también de otros países de América como México, Perú y Cuba. Pero más importante que aquello, fue que se constituyó en un núcleo que llegó a agrupar a 33 escuelas seccionales más pequeñas que se construyeron gracias a su sustento material y pedagógico. Así también fue importante la formación de maestros normalistas que fueron a alimentar la educación indígena en otras comunidades.

Pero como la escuela estaba educando al “indio” antes objeto de explotación, y como estaba revalorizando su cultura y haciendolo consciente de su valía y de sus derechos, pronto desató no solo la ira y ataque de los hacendados cercanos que veían como cada día más indígenas bajo su dependencia se educaban y liberaban, sino también de los sectores conservadores del país que la acusaron de estar provocando el enfrentamiento y la sublevación indígena y hasta de ser un ejemplo de “comisariato soviético”. Muchas veces sus miembros y profesores fueron golpeados impunemente por los terratenientes, para amedrentar su labor, pero la escuela obtenía el apoyo de medios de prensa e intelectuales progresistas, asi como de miembros del gobierno -presidentes y ministros de educación- que apoyaban a Pérez en su labor educativa. Pese a ello, las convulsiones políticas y la constante presión de la oligarquía terminaron por lograr la desaparición de la Escuela de Warisata mediante la persecución y expulsión de Pérez, Siñani y otros docentes en 1940. Fue la desaparición del modelo que había existido exitosamente, ya que la escuela siguió existiendo pero como una escuela rural tradicional.

Muchas ideas surgen de esta experiencia, interesante de conocer en profundidad (ver referencias). Por de pronto,una escuela que surge en medio de una comunidad y hace suya la cultura y tradición de ella, que rescata los elementos de su legado y de la naturaleza circundante, que se autogestiona y autosustenta produciendo lo que necesita, que desarrolla tanto el trabajo manual productivo como el intelectual, fuentes ambas de conocimiento y experimentación acordes a sus propias necesidades, intereses y tradiciones. Interesante es también pensar que este paradigma puede confrontarse con el actual neoliberalismo, basado en la competencia, la explotación indiscriminada de la naturaleza y el individualismo.

En medio de todo esto, quisiera destacar el principio de la reciprocidad que colocó a unos y otros al servicio de todos y cada uno, que acogió el aporte de cada miembro de la comunidad y se aseguró que a nadie le faltara lo necesario para vivir humilde pero dignamente. Ese principio surgió de la historia de la etnia y de la comunidad y fue revivido y reapropiado por la escuela, confundiendose escuela y comunidad en una experiencia de dignificación y educación en el más amplio y hermoso sentido.
Publié par peuma dans Experiencias Pedagógicas

Referencias:

1 comentario:

Anónimo dijo...

Tuve la oportunidad de estar en la casa de uno de sus fundadores an el sur de la ciudad de la Paz. Quisiera dar a conocer que este buen hombre, asi me lo parecio, es o era, ya no se mas de su vida, un gran defensor del Troskismo